MISA DOMINICAL. 25 Octubre 2015

confiar en Jesús, tener fe en Él.
DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO (B) “Amigo que nunca falla”

La celebración de hoy nos invita a confiar en Jesús, tener fe en Él. 

Amigos: Vamos caminando en el curso y vamos sintiendo que Jesús está muy cerca de nosotros. Celebrar la eucaristía es vivir muy cerca de Jesús.

No nos quiere ciegos, real o moralmente. Jesús quiere que veamos y que nuestra vista nos ayude a servir a nuestros hermanos, sobre todo a los más necesitados. Pero, tal vez, todos estamos un poco ciegos. Necesitamos suplicar al Maestro –como Bartimeo—que nos dé la vista para seguir caminando…Y con la mirada puesta en el amor y en la felicidad de los hermanos y hermanas. Mirada limpia que mejora las dificultades y los temores. Vayamos, pues, detrás de Jesús, gritando de alegría, porque nos ha dado la vista de la fe.

 

PRIMERA LECTURA.

Jeremías 31, 7-9

Lectura del Libro del profeta Jeremías: Esto dice el Señor: Gritad de alegría por Jacob. Regocijaos por el mejor de los pueblos; proclamad, alabad y bendecid. El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel. Mirad que yo os traeré del país del Norte, os congregaré de los confines de la tierra. Entre ellos hay ciego y cojos. Una gran multitud retorna. Se marcharon llorando, los guiaré entre consuelos; los llevaré a torrentes de agua, por un camino llano que no tropezarán. Seré un padre para Israel.

Palabra de Dios.

EVANGELIO

(Marcos 14, 46-52).

“Maestro, que pueda ver”.

 Lectura del santo evangelio según San Marcos:

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna.

Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:

 

- Hijo de David, ten compasión de mí. Muchos le regañaban para que se callara. Pero él gritaba más.

- Hijo de David, ten compasión de mí.

Jesús se detuvo y dijo:

- Llamadlo. Llamaron al ciego diciéndole:

- Ánimo, levántate que te llama. Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.

Jesús le dijo:

- ¿Qué quieres que haga por ti?

El ciego le contestó:

- Maestro, que pueda ver.

Jesús le dijo:

- Anda, tu fe te ha curado.

Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.

Palabra del Señor.