MISA DOMINICAL. 30 Noviembre 2014

Velad

Con el inicio del adviento se abre una preciosa oportunidad de celebración en preparación a la Navidad. Se trata en el fondo, de revivir los mismos sentimientos que tuvo el pueblo de Israel mientras esperaba al Mesías.

 

Primera lectura:

Lectura del profeta Isaías: Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre de siempre es “nuestro redentor”. Señor, ¿por qué no sales a nuestros caminos? ¿por qué nos cuesta encontrarte? ¡Ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia! Sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos. Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla, y tú, el alfarero: todos somos obra de tus manos. No recuerdes siempre nuestra culpa: mira que somos tu pueblo.

 

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1,3-9):

La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros. En mi acción de gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús. Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo. De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué acusaros en el día de Jesucristo, Señor nuestro. Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo, Señor nuestro. ¡Y él es fiel!

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Marcos (13,33-37):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!»